jueves, 25 de junio de 2009

Jugamos con las Negras


Mueven las últimas piezas. Articulan los alfiles y las torres, Mauricio y De Narvaez, hasta los mas pequeños peones que mueven por la derecha –aunque se camuflen de izquierda-, Binner y Reutemann. Igualmente peón es el Pino.
Se van tendiendo las últimas torres del campo y de Lilita, soñando en un jaque salvador. Hasta un solitario caballo, confundido en Tucumán (que apoya una lista que no es la suya); Cleto…solo, muy solo, recuperando la viveza del último presidente radical.
Pero todo jugador sabe, desde los peones en adelante, que cualquier pieza puede desestabilizar el tablero. Pero hay una…especial en su singularidad, porque se mueve y haciéndolo llega hasta donde ninguna otra, que se desliza en el tablero como ninguna y como todas a la vez…Los medios de comunicación.
No en vano, en el juego de la democracia se la llama “el Cuarto Poder”. Mientras se busca ser parte de un poder en la carrera electoral, este cuarto poder es formador de opinión, hacedor de electores, capaz de imponer en la agenda pública cualquier tema.

Cuando comenzó este gobierno, el problema era la educación y “cómo habían reprimido en la provincia de los Kirchner a los maestros”. Al aumentar casi cinco veces la participación en el PBI, era ya sólo un detalle, con alguna protesta “politizada” contra el pobre Mauricio. “Politizada”, ¿es un peyorativo? ¿Hay protestas no politizadas? A mí que me culpen de ideología. (Cómo dejar pasar esta oportunidad para recordar que, aunque hable poco el dirigente del PRO, al hacerlo nos da mucha tela para cortar: quiere eliminar el estatuto docente….caramba, qué conveniente!).
Lo que muchos se olvidan es que hay más de 700 escuelas nuevas, y las que ya estaban se equiparon como nunca.
Y la salud...¡no!, qué decir de la salud, si ya tenemos una ¡EPIDEMIA, LA GRIPE PORCINA! Como si el gobierno la hubiese traído en un avión, en una valija.
A pesar de tener, proporcionalmente, menos casos que varios de nuestros hermanos latinoamericanos, o alguno del primer mundo.
Lo que nadie dice es que el gasto en salud y asistencia social aumentó más de un cien por ciento ( corregido por inflación).
Sabrán moverse las blancas y ocuparán el centro del tablero y si no alcanza con la del chancho, volveremos al mosquito; lo importante es generar la psicosis en el idiotizado televidente.

Eso sí, si usted aun no tiene definido su voto, si jugara con blancas o negras, le vamos a tirar uno o dos muertos por nuestra amarilla y querida televisión privada.
Instalarán en la agenda pública la inseguridad, incluso quizás consigamos dos o tres personajes del cholulismo vernáculo para pedir la pena de muerte, y de pasada, como quien no quiere la cosa, le pegarán a la “garantista” Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Ejemplo en el mundo, a la que nadie puede acusar de dependencia con el Ejecutivo…Bueh, le quieren encontrar la costilla por aquí. Desprestigiar la Corte, volver a la mano dura. Hasta se puede llegar a leer en alguna primera plana o, por lo menos, página impar, declaraciones del tenor de: “los derechos humanos para la gente, ¿donde están?”, como si los procesamientos a los represores y cómplices de los delitos de lesa humanidad durante la última dictadura fueran ajenos a nuestra vida democrática. Pues sabido es que la construcción de la institucionalidad democrática requiere justicia, y el fuerte compromiso, que en estos últimos años se asumió en ese sentido, con los derechos humanos. Ni olvido, ni perdón. Justicia, verdad y castigo.
Lo terrible de esta estrategia es haber logrado minimizar al Estado a su –antiguo- papel gendarme. No es casual que se hable de represión, mano dura e inmediatamente después del debate publico-privado. Vigilar y Castigar, nada más; el resto, es volver al mercado.
Aunque según organismos dependientes de las Naciones Unidas, el índice de delitos en nuestro país es menor que el de Brasil, México, Colombia, Venezuela, Estados Unidos, etc, etc, etc -aparecen antes que la Argentina prácticamente todos los países del continente-, se insiste en construir la imagen del gobierno como cómplice, cuando no instigador del delito, y se exigen penas más duras y la baja en la edad de imputabilidad.

Primero, en los últimos años el desempleo descendió de dos cifras a una y el salario real aumentó más de un 30 %, y por el corredor paralelo el índice de crímenes por cada 100.000 habitantes disminuyó.
¿Acaso nadie se acuerda del miedo con el que se vivía en todos los barrios argentinos al colapsar el modelo neoliberal (instalado con la libretita negra de Martínez de Hoz y profundizado en los noventa con el caudillo riojano y sus relaciones carnales)?
Segundo, ¿penas más duras? No hay ninguna relación causal demostrada entre la reducción del índice delictual y el aumento de penas; es más: ¿cuántos delincuentes se conocen que salgan con el código penal bajo el brazo?
Tercero, la baja en la edad de imputabilidad es una locura. Hoy escuchamos por las radios que fueron chicos de dieciséis años… ¿la bajemos?. Y si mañana son de doce ¿la bajamos a los diez? ¿Qué hace que un pibe de dieciséis años cometa un delito en vez de estar jugando a la pelota con los pibes de la cuadra? ¿Nació así? ¿Desviado? Un delito, un día, una pena, un joven menos…lo que nos estamos perdiendo son los otros 364 días, los anteriores al hecho.

Achicar el Estado, ponerle las botas y pintarlo verde militar; la economía dejarla al mercado. Cuánto que decir…Vamos a echar mano a un poder de síntesis.
“La economía al servicio de la política, y la política al servicio del pueblo”.
Desde que el Estado argentino comenzó a recuperar el timón y los resortes fundamentales, en el mundo se habla del milagro argentino, con tasas de crecimiento histórico para nosotros, y en el contexto mundial comparable con China. Este crecimiento no fue, como en los noventa, sólo de unos pocos, sino que disminuyó el desempleo, se aumentaron salarios y jubilaciones, se modificó la participación de las actividades económicas en el PBI; la industria y la agricultura aumentaron en más de 4 puntos, la construcción se mantuvo; los servicios disminuyeron cerca de 10 puntos (con lo que el incremento de un 80% en el PBI en dólares no es por “bicicleta financiera”).
Aquí es donde no entiendo a la oposición (o sí, y lo que entiendo es terrible): Solá, que votó a favor de la estatización y De Narvaez, que junto a Tinelli supo mover el tablero a favor de la libertad de mercado, la no injerencia estatal y alentó una nueva ola de privatizaciones, exclamando, junto a Mauricio, la vuelta al Fondo, dicen hoy ser la santísima trinidad.

Mientras el mundo se debate en la peor crisis del capitalismo, anunciando el fin de una era, en los últimos años la relación de la deuda con el PBI pasó del 110% al 49%, las reservas del Banco Central prácticamente se cuadriplicaron, o sea que, mientras se alentó un modelo sustentable, se recuperó la soberanía económica (sin misiones del Fondo que nos hicieron tocar el fondo, atándonos al Fondo), aumentó el gasto publico, estimulando la demanda agregada y, por ende, el consumo; el ahorro aumentó y la deuda disminuyó.

Si todos lo demás falla, harán un ultimo enroque.
“¡La Presidenta es una autoritaria!” Yo me pregunto: ¿Acaso no es cierto que nunca tuvimos un parlamento tan activo desde la vuelta de la democracia? Por él pasan las decisiones fundamentales del país, desde la tan triste y celebre Resolución 125, que terminó en voto y traición del ahora solitario Cobos a la plataforma que lo llevó al sillón de vicepresidente, hasta la recuperación de la caja más importante de la seguridad social –y una de las más importantes para el país- estatizando completamente el sistema de jubilaciones y pensiones, además por la recuperación de Aerolíneas, o leyes de protección a la mujer, y otras que son condición de posibilidad para el aumento de la planta industrial y más…
“¡Viva la libertad de prensa!, ¡Es una autoritaria!” Lamento no estar del todo de acuerdo aquí tampoco. Si sólo el 4% de la población escucha, ve o lee la “campana” del gobierno. Basta con hacer zapping para ver que de cada diez canales de televisión 9 y medio la están criticando a ella o, en menor medida, a su gestión de gobierno.
No encuentro el mentado autoritarismo; si hasta se ha llegado a ofenderla; se dice lo que se quiere.
Lo que sí veo es un periodismo que desinforma, confunde, que parcializa los datos, sin ética y con bastantes intereses en juego. Será que un proyecto de ley de medios modelo y discutido a lo largo y a lo ancho del país les genera cierto escozor.

Todo lo antes dicho y más ya está en el tablero. No deja de darme cierto temor que los medios sigan operando, pero para el 28 no hay más que elegir entre dos modelos de país; eso sí: esta vez y por primera vez, el gobierno y nosotros jugamos con las negras.


Juan Manuel Frangoulis

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